Romancero zamorano


El Rey Don Fernando da Zamora a su hija Dª Urraca, año 1065


Morir vos queredes, padre,
Sant Miguel vos haya el alma;
mandástedes vuestras tierras
a quien se vos antojara.

Diste a Don Sancho Castilla,
Castilla la bien nombrada;
a Don Alfonso a León,
con Asturias y Sanabria,
y a Don García a Galicia
con Portugal la preciada.

A mí, porque soy mujer,
dejáisme desheredada;
irme he yo por esas tierras
como una mujer errada,
y este mi cuerpo daría
a quien bien se me antojara,
a los moros por dinero
y a los cristianos de gracia:
de lo que ganar pudiere
haré bien por vuestra alma. -

Allí preguntara el Rey:
- ¿Quién es esa que así habla?

Respondiera el Arzobispo:
- Vuestra hija Dª Urraca.

- Callades, hija, callades,
non digades tal palabra,
que mujer que tal decía
merece de ser quemada.

Allá en Castilla la Vieja
un rincón se me olvidaba,
Zamora había por nombre,
Zamora la bien cercada;
de parte la cerca el Duero,
del otra peña tajada,
del otra la Morería;
una cosa es muy preciada.
Quien os la tomare, hija,
la mi maldición le caiga.
Todos dijeron amén,
sino Don Sancho que calla.

(Romancero Viejo)