RIO DUERO

Relato con origen : Castronuevo de los Arcos

Duero vivo de comercio, barcazas, compraventa, surcando tus aguas navíos llenos de pasajeros en dulce crucero y barriles de vino procedentes de las bodegas lusas, Duero que discurres bajo los puentes de piedra e hierro en construcciones emblemáticas que definen las ciudades que los crearon, Duero de aguas limpias enmarcado en un cauce cuyas riberas colmadas de casas te observan desde el alba al ocaso, la ciudad vive a tu abrigo y amparo, sirves de consuelo a unos ojos cansados que miran y se pierden en la infinitud de tus aguas, Duero que hermanas pueblos y naciones yendo mucho más allá, saliendo a su encuentro y trasegando en tus aguas limpias las voluntades, fortalezas y miserias de las almas que en ti se inspiran.

Duero amado, denostado, envidiado, piropeado, que provocas un mar de sensaciones al observarte desde lo alto de la muralla zamorana o navegando entre los enormes macizos rocosos comunes a tierras lusitanas e hispanas; Duero de aceñas, de árboles que nutren tus aguas, de aves a las que alimentas y guareces, con amago de playa para solaz de los calores… eres mucho más que un rio, eres mi rio; me dejo llevar por tu corriente y, en secreto, admiro esos afluentes pequeños que amparas en ambas márgenes y que algunos fluyen reducidos a pequeños regatos que se anegan por una flora de exuberantes cañas y juncos elevándose al cielo tocados por la magia de pequeños humedales.

Duero referencia de urbes, alborozo de habitantes cuando atraviesas sus ciudades, protagonista de versos, inspiración de cantares y letrillas, el más importante del occidente hispano, alumbrado por los picos de Urbión y desembocado en el inmenso océano; mi rio, aquel que acunó una infancia feliz, aquel que discurre sereno jugando al escondite con sus entrantes y salientes. Te amo como parte de mi vida y de esa naturaleza con la que me siento en comunión constante y que sirve de refugio en esta sociedad de locos donde la paz no tiene asiento.
Mª Soledad Martín Turiño