Poesías de la Tierra del Pan


TUS RAÍCES (2)


Cándida muchacha que atormentas
los pesares de unos viejos padres,
y perturbas con inquietudes nuevas
las viejas usanzas en un viejo pueblo.
Recuerda quien eres y de dónde vienes,
no olvides el terruño, la gente, las casas
y lo que te dieron de saberes varios
sin ser consciente en tu niñez temprana.

Hoy que vuelves ya ves todo distinto:
los padres más viejos, el pueblo vacío,
te abruma el silencio, el tedio te amarga,
los amigos de antes que allí se quedaron
son muy diferentes, ya no van contigo
que ahora presumes de ciudad y, a solas,
censuras el retraso de la vieja aldea.

Un día llegará en que cambies todo
por esa paz que ahora te resulta extraña,
acostumbrada al ruido de miles de rumores
que nublan tu mente, y acaso agradezcas
porque así no piensas en otras querencias,
solo vives deprisa en una cinta sin fin,
corres sin destino, con un desenfreno
que ahoga tus cuitas hasta anularlas.

Atrás quedó otra vida, vives sin afectos,
y acaso sientas que no los necesitas,
pero un día de pronto te caerá la venda
que nubla tus ojos y buscarás la esencia
de esta vida que nos han alquilado;
entonces, tal vez, regreses de nuevo
para descubrir que todo es diferente:
la vasta llanura ampliará tu horizonte,
el rio, los campos, las viejas casas,
la iglesia, la gente, el teso, la cancha…
todo será tuyo porque habrás crecido
y habrás dejado atrás la cándida muchacha.

Mª Soledad Martín Turiño