Poesías de la Tierra del Pan


EVOCAR EL PASADO


Añorarás los copos, el frio gélido, el invierno
con su manto de nieve blanca y pura,
las tardes cortas, la oscuridad temprana,
el crepúsculo dueño de la noche absoluta
que llama a gozar de las crudas mañanas.

Evocarás el sol radiante, los calores
ígneos de los que ahora te quejas,
el sopor de las sobremesas inacabables
que se prolongan, tal vez, para no hacer nada.

El aire helado, la tormenta, la negrura,
el sol que se halla al otro lado del mundo,
la canícula, el vacar, conocer gente
ceder a la tentación del ocio, en total relajo
con la simpatía y aquiescencia del mundo
que plantea su dictamen al respecto.

No obstante, cuando el sol brilla
añoras el cielo encapotado y, sin embargo,
cuando llega ese otoño o aquel invierno
darías cualquier cosa por retornar al verano.
Así somos de opuestos y de absurdos,
inconstantes, contradictorios, mudables
la mayoría de seres humanos.

Un regalo es el sol, el cielo, el orbe,
y los mares, la montaña las laderas
el campo, el río, el collado, las veredas
donde moran los moros y cristianos;
solo hay que descubrir ese misterio
en la contemplación con una ojeada
más allá de las piedras del camino,
de la broza, la espesura o la hojarasca
para gozar de sonidos y colores
que alimenten el corazón hasta llenarlo
de esa paz que todos anhelan,
y el goce del mundo en su remanso.

¡Cuánto tiempo devastado en soliloquios
inútiles para justificar la afrenta,
cuanto amor y mensajes no expresamos
pendientes de dañar aún sin palabras
a quien amamos más que a nuestra vida,
no obstante, el orgullo es más intenso
a veces que el propio amor
y por dañar se daña con afrenta
o por izar el banderín de la razón!

Mª Soledad Martín Turiño