Poesías de la Tierra del Pan


ELEMENTOS


En la tarde dulce de aromas perdidos,
cuando el sol agotado se retira
y renace levemente la esperanza
de un frescor insospechado en todo el día,
entonces el alma se serena de rencor y encono
para embriagarse de un silencio acaso un poco triste
hasta que la fastuosa luna se abre paso
en el inmenso cosmos para reemplazar al sol.

De aquí a poco se plagará de estrellas
y un universo oculto por las nubes
será visible si se limpia el aire,
entonces tintinearán los luceros
en un espectáculo singular de belleza extrema
mientras allá a lo lejos el mar reflejará mil brillos
sobre sus aguas quietas flirteando con el cielo
en un requiebro que seduce al mismo amor.

Cuando lleguen las lluvias y lo asolen todo
quizá no tengamos una visión tan nítida
o acaso un vendaval rompa con su embestida
la pacífica existencia, y entonces, solo entonces
recordaremos que un día brilló el sol,
nacieron las plantas, se perfumó el aire,
se desbordó el amor en una extensión plena,
y el universo entero prorrumpió en un grito
de belleza tan perfecta que casi taladraba.

En la tarde dulce de aromas perdidos,
tal vez hoy o quien sabe cuándo,
regresarán las golondrinas con sus nidos prestos
para anunciar que la vida no se extingue
y el ánimo de vivir siempre permanece.
Ellas preludian el renacer del alma
volteando sus sombras onduladas
para que no olvidemos ni un solo momento
que antes de nacer construyen nidos,
y se afanan con revoloteo presto
día tras día acumulando esfuerzos
para defender del intruso a su nidada.


Mª Soledad Martín Turiño