EL TÍO CARRANCAS
Cuento con origen : Muelas del Pan
Había una ciudad en un país de Centroeuropa llamada Kinderfresserdorf donde vivían unos ogros que se alimentaban de tierna carne infantil. Por esta causa en las ciudades del entorno iban desapareciendo todos los niños y niñas, pues el Tío Carrancas, el alcalde mandamás de Kinderfresserdorf solamente comía las orejitas, la nariz y las manitas de los niños. El resto del cuerpo de los niños y niñas lo comían los hambrientos criados del Tío Carrancas y, cuando estaban hartos, el resto de los cuerpos se los echaban a los cerdos. Por eso los cerdos que tenía el Tío Carrancas estaban gordísimos, pero cuando ya no cabían en las pocilgas por gordos que estaban, los soltaban al bosque llamado Wildschweinwald que estaba lleno de jabalíes y allí se comían a los cerdos que tenían sabor a niño.
Pero sucedió que con el tiempo en aquel país de Centroeuropa los niños escaseaban cada vez más y el Tío Carrancas, sus criados y los jabalíes estaban cada vez más delgados y tenían que salir de Kinderfresserdorf a buscar comida. Ésta estaba cada vez más escasa, pero siempre había algún niño o niña tontón que se despistaba de sus papás y era el momento en que el Tío Carrancas, que era un hombrón tan grande como una Vierstockhaus y su cabeza sobresalía por encima de los tilos de un bosque cerquita que llamaban Lindenbäumewald. Al ser tan alto el Tío Carrancas veía si había algún niño despistado que se había marchado de la protección de sus padres y..¡Zasss! de un manotazo lo cogía y se lo metía en el bolsillo. Rápidamente iba a Kinderfresserdorf y lo entregaba a la cocinera para su guisado. Él solamente comía las orejitas, la nariz y las manitas. El resto se lo daba a sus servidores que estaban también hambrientos, el resto, como ya quedaban pocos jabalíes por la escasez de niños, pues se los habían comido casi todos, se arrodillaban y pedían al Tío Carrancas que les diera algo.
Hubo un momento en que ya no había niños en el país de Centroeuropa y todos los habitantes de Kinderfresserdorf murieron de hambre. También los jabalíes y hasta las moscas murieron por falta de comida.
Pero el Tío Carrancas no había muerto, pues era tan grande que todavía en su barriga quedaban orejitas, narices y manitas de los niños que se había comido. No obstante cada vez más su barrigón se hacía menos hinchado y buscaba niños para comer, y estaba dispuesto a comérselos enteros; tal era el hambre que tenía.
Las autoridades del país de Centroeuropa habían ordenado dar caza al Tío Carrancas y pidieron la solidaridad de otros países europeos, pues formaban una comunidad ya casi sin niños. Por esta razón Onklino Nanjo se alistó para la búsqueda y captura del Tío Carrancas y se fue al país de Centroeuropa.
Al llegar allí el Sherif de la comarca, llamado Oberkommissar, organizó una batida a través del Lindenbäumewald con la idea de capturar y encerrar en las mazmorras al Tío Carrancas.
En las cercanías de Kinderfresserdorf vivía una abuelita con su nieto que era muy travieso y no entendía de peligros, por lo que se adentraba en el bosque. Un día de esos en que buscaba el Oberkommissar y su gente al Tío Carrancas, el niño llamado Noentiendoavisos, se escapó de la protección y vista de la abuela y se adentró en el Lindenbäumewald. Tan pronto el Tío Carrancas lo olió fue a por él con la idea de llevarlo a la cocinera. Pero la abuelita, que notó que Noentiendoavisos se había escapado, comenzó a gritar. El Oberkommissar y su gente, entre ellas la voluntaria Onklino Nanjo, corrieron hacia donde venían los gritos y la abuelita les indicó por donde se había escapado el niño. Afortunadamente llegaron en el momento en que el Tío Carrancas estaba echándole mano al niño por la cintura. Pero en ese momento el Oberkommissar y Onklino Nanjo dispararon sus cerbatanas adormecedoras y el Tío Carrancas cayó al suelo. Sus compinches que le acompañaban huyeron todos a refugiarse en el Wildschweiwald. Los rescatadores recuperaron a Noentiendoavisos y lo llevaron junto a su abuela que se alegró mucho de verlo. Como prometió de que nunca más se separaría de las personas con las que debía de estar, sus papás y su abuelita, pues Onklino Nanjo lo invitó a pasar unas vacaciones en España, en una aldea llamada Muelas del Pan donde Noentiendoavisos podría disfrutar de las bellezas de la aldea sin necesidad de separarse de sus padres, su tía Onklino Nanjo y su abuelita y sin el peligro de caer en las garras del Tío Carrancas.
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
Pero sucedió que con el tiempo en aquel país de Centroeuropa los niños escaseaban cada vez más y el Tío Carrancas, sus criados y los jabalíes estaban cada vez más delgados y tenían que salir de Kinderfresserdorf a buscar comida. Ésta estaba cada vez más escasa, pero siempre había algún niño o niña tontón que se despistaba de sus papás y era el momento en que el Tío Carrancas, que era un hombrón tan grande como una Vierstockhaus y su cabeza sobresalía por encima de los tilos de un bosque cerquita que llamaban Lindenbäumewald. Al ser tan alto el Tío Carrancas veía si había algún niño despistado que se había marchado de la protección de sus padres y..¡Zasss! de un manotazo lo cogía y se lo metía en el bolsillo. Rápidamente iba a Kinderfresserdorf y lo entregaba a la cocinera para su guisado. Él solamente comía las orejitas, la nariz y las manitas. El resto se lo daba a sus servidores que estaban también hambrientos, el resto, como ya quedaban pocos jabalíes por la escasez de niños, pues se los habían comido casi todos, se arrodillaban y pedían al Tío Carrancas que les diera algo.
Hubo un momento en que ya no había niños en el país de Centroeuropa y todos los habitantes de Kinderfresserdorf murieron de hambre. También los jabalíes y hasta las moscas murieron por falta de comida.
Pero el Tío Carrancas no había muerto, pues era tan grande que todavía en su barriga quedaban orejitas, narices y manitas de los niños que se había comido. No obstante cada vez más su barrigón se hacía menos hinchado y buscaba niños para comer, y estaba dispuesto a comérselos enteros; tal era el hambre que tenía.
Las autoridades del país de Centroeuropa habían ordenado dar caza al Tío Carrancas y pidieron la solidaridad de otros países europeos, pues formaban una comunidad ya casi sin niños. Por esta razón Onklino Nanjo se alistó para la búsqueda y captura del Tío Carrancas y se fue al país de Centroeuropa.
Al llegar allí el Sherif de la comarca, llamado Oberkommissar, organizó una batida a través del Lindenbäumewald con la idea de capturar y encerrar en las mazmorras al Tío Carrancas.
En las cercanías de Kinderfresserdorf vivía una abuelita con su nieto que era muy travieso y no entendía de peligros, por lo que se adentraba en el bosque. Un día de esos en que buscaba el Oberkommissar y su gente al Tío Carrancas, el niño llamado Noentiendoavisos, se escapó de la protección y vista de la abuela y se adentró en el Lindenbäumewald. Tan pronto el Tío Carrancas lo olió fue a por él con la idea de llevarlo a la cocinera. Pero la abuelita, que notó que Noentiendoavisos se había escapado, comenzó a gritar. El Oberkommissar y su gente, entre ellas la voluntaria Onklino Nanjo, corrieron hacia donde venían los gritos y la abuelita les indicó por donde se había escapado el niño. Afortunadamente llegaron en el momento en que el Tío Carrancas estaba echándole mano al niño por la cintura. Pero en ese momento el Oberkommissar y Onklino Nanjo dispararon sus cerbatanas adormecedoras y el Tío Carrancas cayó al suelo. Sus compinches que le acompañaban huyeron todos a refugiarse en el Wildschweiwald. Los rescatadores recuperaron a Noentiendoavisos y lo llevaron junto a su abuela que se alegró mucho de verlo. Como prometió de que nunca más se separaría de las personas con las que debía de estar, sus papás y su abuelita, pues Onklino Nanjo lo invitó a pasar unas vacaciones en España, en una aldea llamada Muelas del Pan donde Noentiendoavisos podría disfrutar de las bellezas de la aldea sin necesidad de separarse de sus padres, su tía Onklino Nanjo y su abuelita y sin el peligro de caer en las garras del Tío Carrancas.
¡Y colorín colorado, este cuento se ha acabado!
L. Pelayo, Muelas del Pan 27 de Mayo de 2022