REFLEXIONES EN TORNO A UNA NUEVA NAVIDAD

Relato con origen : Castronuevo de los Arcos

Cada vez que se acerca la Navidad lo paso mal. Fueron demasiados años cuando, siendo niña, veía como los mayores de mi familia (hermanos, tíos, sobrinos) tenían que reunirse por esas fechas, pese a no tener apenas relación el resto del año. Se comía al dictado de lo que dijera una de las tías; como en aquella zona era típico el besugo, besugo se ponía en la mesa, pese a que a la mayoría no le gustara y prefiriera otro plato.


Rara era la celebración en que a los postres no se producía un desencuentro; riñas, discusiones y comentarios fuera de lugar provocaban un fin de fiesta en que cada cual volvía a su casa aliviado por haber pasado el trago, y disgustados por el mal rato.


Una vez pasé de hija a madre, mis Navidades no fueron mejores; pese a que era yo la anfitriona y venía la familia a casa, parce que nunca era suficiente lo que ponía en la mesa, aunque hubiera seleccionado los mejores manjares. La relación era fría, distante y el tiempo de estar unidos constituía una obligada cortesía, sin ningún aliciente ni comentario que provocara un momento agradable. Así han seguido las cosas cuando he pasado a ser abuela; acato fechas y horarios y desde noviembre ya estoy temiendo que lleguen estos días navideños que deberían ser un grato punto de encuentro y se convierten, no obstante, para nosotros en una penosa y necesaria obligación.


Mi aversión a esta parafernalia navideña, como he dicho, viene de niña y se ha acentuado con los años. Detesto las luces, la gente que atiborra las calles, el gasto excesivo, los carritos de la compra que salen abarrotados de los supermercados, los regalos… en fin, todo. Se ha perdido el motivo real de estas fiestas, que es el nacimiento de Cristo, la llegada de la luz, que debería provocarnos un renacer también de ideas positivas, de desterrar los enconos, de ayudar al prójimo y de intentar ser mejores, pero nada de esto ocurre.


Cuando, después de Reyes, acaban los festejos, ahí está el consumismo para volver a abrir unos bolsillos que se han quedado vacíos: llegan las Rebajas y, con ellas, de nuevo los gastos. Se olvida rápidamente el sentido de la Navidad y miramos el calendario para programar puentes, fiestas y días para vacacionar. Siento que vivimos tan rápido que no dejamos tiempo para pensar, para disfrutar de las cosas, porque satisfacemos nuestros deseos a golpe de cartera.


Esta sociedad, cada vez más más carente de valores, alcanza unas cotas de consumismo tan elevadas que todo se centra en lo superficial: el móvil de última generación, comprar ropa sin tino, ir de fiesta, disfrutar del ocio…poco queda de aquello que nos enseñaron de pequeños: ahorrar, invertir en formación, aprender siempre, rodearse de los mejores, huir de la mediocridad que nada aporta y, sobre todo, adquirir unos valores que nos distingan del resto, tener iniciativas, buscar la serenidad y un largo etcétera. Esta forma de pensar, a menudo se confunde con un tipo de clase social o política, porque en este país somos mucho de etiquetarlo todo, de buscar culpables y de criticar, y bastante menos de asumir errores o promover acciones positivas.


Pensar en la próxima Navidad ha sido la excusa para divagar en torno a este y otros temas que se han ido colando en mi mente, tal vez porque veo una juventud desmotivada, acomodaticia, sin referentes, sin una cultura del esfuerzo para progresar y tener un futuro mejor. Cierto que la sociedad en general, y la política en particular, no son precisamente modelos en los que basarse, porque reina la corrupción, se han perdido los modales, instalándose más los gritos que el decoro, y eso no es un ejemplo para nadie.


Solo queda que cada uno, busque en su interior la mejor fórmula para crecer como persona, sabiendo que en muchas ocasiones tendrá que ir contra corriente, persiguiendo una meta y disfrutando con lo mejor que nos frece la vida. Entre tanto, mi deseo para todos de que las próximas fiestas navideñas las celebre cada uno de la forma que más le acomode.
Mª Soledad Martín Turiño