TRAS LA VENTANA
Miro por la ventana y pienso
en los que se fueron sin decir adiós,
la tristeza que dejaron en los que quedaron,
los enfermos, los locos, los cuerdos y los sanos
todos hermanados en el mismo orbe
y, no obstante, ¡tan distantes!
La gente camina sin mirarse,
con prisa, sin metas, a paso raudo
formando entre todos sin saberlo
parte de un variopinto rebaño.
Miro por la ventana y veo
sombras tras los balcones,
persianas abiertas, luz y horizonte
atrapado tras las calles y callejas
de una vasta ciudad enferma.
Miro por la ventana y pienso
en las risas ahogadas de los niños,
pupitres vacíos, escuelas fantasmas,
alboroto silente de seres pequeños
que, en casa, se blindan con amor y afecto.
Miro por la ventana y veo
como se forman las tormentas,
los árboles luchan con sus ramas
que danzan al aire una comparsa de fuego
repletas de furia repeliendo el temporal,
mientras las nubes descargan
sin piedad un llanto incontenible.
Miro tras los cristales en silencio
y apenas atisbo el horizonte,
tal vez mañana cuando llegue
la luz y ciegue los ojos,
cuando arribe el calor,
el cuerpo se desnude de invierno,
y las rosas exhalen sus aromas
perfumándonos hasta la embriaguez,
cuando al caer de la tarde las chicharras
perturben el silencio con sus cantos
entonces, puede que, tal vez y sin quererlo,
podamos cerrar los ojos y sonreír a la vida
porque habrá regresado la tan ansiada paz.
Mª Soledad Martín Turiño