RENACER
Cuando llora el cielo
pleno de soledad y espera,
cuando el rocío de los campos
se funde suavemente sobre la tierra yerma
alimentando con su savia
el dolor del brazo humano que la trabaja,
cuando el calor se torna asfixiante
en el riguroso verano castellano
y hasta las aves ralentizan su vuelo
agotadas por la fiera calima,
recupero el aliento y me transporto
con la mente a aquellos días de ensueño
en que los rigores del tiempo eran fútiles
y la esperanza solo un estado de sosiego.
Camino por entre las redes del recuerdo
y llego como un relámpago
a ese pueblo austero que idolatro,
tal vez por estar lejos,
quizá por una motivación del pasado
¡quién sabe, hay tantas cosas!
paseo, sueño, sufro, amo y siento
cada rincón de aquella tierra
que se apaga lentamente.
Luego, cuando arrecia el sufrimiento
por las penas que llegan sin aviso,
o por las vicisitudes de la vida
que me piden mantener la esperanza
sin el menor atisbo de tregua,
cuando el alma llega al límite
y el dolor es más lacerante que nunca,
entonces vuelvo a aquella loma
que se erige en esencia del pequeño pueblo,
me elevo desde lo alto del collado
y poco a poco se apacigua el llanto,
se serena el daño, vuelve el aliento,
y sé que ya nada va a destruirme,
porque renací y me volví más fuerte.
Mª Soledad Martín Turiño