RECUERDOS DE MI VIEJO PUEBLO
Ahora que la nieve florece
entre el cabello antaño oscuro,
cuando los surcos son palmarios
y el cuerpo ya pide su espacio
quejándose a diario con frecuentes dolencias,
regresa la memoria a un tiempo ingenuo
de ilusión, de ensueño y de quimera
viajando a través de la memoria
a los mejores tiempos de mi pueblo.
Aquel Castronuevo de la infancia
forjado en mi mente a escalpelo:
sencillo, sin ambages, espontáneo,
humilde, dócil y sincero
se metió de lleno en mi alma
me nubló la razón, me educó
manteniendo los esquemas
que serían mi bandera en otro tiempo.
Recuerdo cada día a aquellos hombres
con sudor de trabajo, polvo y hambre
de descanso, culminar la jornada
solazándose en la fragua o el café
como puntos de encuentros
para volver a la casa y seguir trajinando,
con los animales allí a buen recaudo
y retirarse temprano hasta otro día.
Recuerdo los inviernos y los charcos
de agua retenida, el frio gélido
y los picos colgando de carámbanos,
aquellas mañanas de glacial escuela
y el dolor de las ateridas manos;
pero también rememoro los estíos,
la fiesta de agosto, las flores de mayo,
los juegos: comba, el corro, los castros…
Como mi viejo pueblo yo también soy viejo
y regreso a sus brazos siempre abiertos
porque sé que en ellos hallaré sin duda
la paz que me falta y el ultimo descanso.
Mª Soledad Martín Turiño