Poesías de la Tierra del Pan
NO TENGO A NADIE
No tengo a nadie
que vele por mí, que le interese;
cumplo con el rigor de las imposiciones
pero la soledad me abate cada día,
sin un hombro donde apoyar el dolor,
sin nadie en quien vaciar mi alma,
con ausencia de todo y de todos
en este camino plagado de piedras.
A veces en mi cárcel dorada
observo durante horas a la gente que pasa,
contemplo sus actitudes minuciosamente
e imagino como serán sus vidas;
algunos van solos, calle arriba y vuelta
ensimismados en la nada;
otros van en pareja y se abrazan,
o se miran a los ojos como si el mundo no existiera
y al verles me pregunto si ese embeleso
durará para siempre o será fruto de un día,
aunque ese día se amarán hasta la médula.
Luego están los viejos a quienes jóvenes pasean
con el hastío dibujado en su rostro
por cumplir un obligado cumplimiento.
¡qué pena de los viejos que se creen amados
en esos paseos en que se acompañan
más por obligación que por devoción
hasta el siguiente domingo en que, como hoy,
cumplirán con el rito más que obligado!
No tengo a nadie
que me demuestre el amor que necesito
o busque el por qué cuando mis ojos manan,
o simplemente me acaricie sin decir nada
porque sienta que mi losa es muy pesada.
No tengo a nadie
que, de verdad, escuche mis lamentos
y les ponga fin de un golpe brusco;
así que he de fingir y sigo adelante
con una coraza de fortaleza y cuajo
muy alejada de mi propia esencia,
y así vivo, en un mundo paralelo
que me forjado para sobrevivir
cuando éste en el que resido me consume.
No tengo a nadie,
solo yo, mis pensamientos e inquietudes
junto con los sueños por los que viví un día;
ellos son todo mi horizonte,
por ellos vivo y con ellos muero.
Mª Soledad Martín Turiño