MI PUEBLO VACÍO

Mi viejo pueblo se cae a pedazos,
la gente envejeció deprisa, el campo está yermo,
les quebraron la voz, maniataron su esperanza,
y un hastío inherente a la agonía
invade a los escasos vecinos
y les confiere un conformismo irreverente;
son gente austera, mansos, bonachones,
aún doblan el espinazo ante quien les ignora,
solo trabajan, sobreviviendo en silencio
y se conforman, como siempre, con su suerte.
Sin esperanza, solos y ahítos de recuerdos
vagan por las calles silentes de mi pueblo
la nostalgia de una vida antaño plena
y el ostracismo que comulga con el silencio.
¡Pobre pueblo, vacío y vaciado,
tú que fuiste mi motor y mi consuelo,
al que llené de amor y me regaló nostalgia,
con la iglesia, el cementerio, las eras y esas calles
que ahora me resultan casi indiferentes!
¿Quién cambió, fuiste tú cuando te dejaron solo
o tal vez mi mundo el que se dio la vuelta
y concedió nuevas y distintas prioridades?
Mi viejo pueblo, testigo de mi infancia,
os perdí a los dos al mismo tiempo
y ahora me falta un ancla nueva
para asirme con fuerza a otra morada.

Mª Soledad Martín Turiño