Poesías de la Tierra del Pan


JÓVENES DE AYER Y HOY


Hoy que habito en la ciudad y soy de pueblo
me admira la prepotencia de sus gentes;
son personas altivas, caminan resueltas,
faltan al saludo, ignoran a otros,
los andares erguidos, quizá demasiado,
cabeza alta, mirada inquisitiva,
todo es vértigo, velocidad, presteza,
es vital seguir el ritmo para no ser absorbido
por esta jungla que juega con reglas desleales
para medrar o acaso incluso sobrevivir.
Los coches atraviesan sin ceder el paso,
los niños son una turba resabiada
que ignoran el respeto o ayudar al prójimo,
aunque se enternecen con una paloma abatida.
Les educan en eso, no tienen culpa, hemos creado
una sociedad de monstruos egoístas en exceso,
carentes de principios, anhelantes de ocio,
sin penurias que no sean las que oyen de mayores,
cuentos rancios que no van con ellos.
Hoy que habito en la ciudad y soy de pueblo
evoco la niñez de aquella época
que se cedía el paso, se respetaban las canas,
se besaba la mano al reverendo,
el maestro era un dios bien venerado,
cubríamos brazos y cabeza al entrar al templo,
y nadie osaba salirse de la fila
por temor a la reprimenda más severa.
¡Qué distintos aquellos y estos niños,
que se cruzan en mi marcha cada día!
quisiera conciliarlos, que jugaran juntos,
intercambiando experiencias,
enriqueciendo sus momentos,
aprendiendo los unos de los otros
esas lecciones que solo pone en su sitio el tiempo.

Mª Soledad Martín Turiño