Poesías de la Tierra del Pan
HASTA SIEMPRE
No llevé flores silvestres ni rosas tempranas,
solo silencio a tu tumba sombría,
no recé, como ellos, a tu cuerpo inerte,
sencillamente te hablé
y de nuevo mi rostro se cubrió de llanto.
Caían pétalos desde mis mejillas
a tu limpia morada.
No tendrás flores, pero nunca
faltarán presurosas mis lágrimas,
no habrá rosarios ni sermones
que siempre escuchaste sin entender del todo,
mas nunca te faltará la caricia
de unos ojos húmedos que te evocan,
ni la lealtad de tantas mañanas
con el sabor a fresco rocío
y el tenue olor a las hierbas primeras;
sé que estarás conforme.
Nunca te faltará un recuerdo imperecedero
que enseñaré a mis hijos
para no acabar ni en los hijos de mis hijos.
Serás uno más en nuestra mesa,
el alimento del amor infinito
sin sombras de dolor, estará contigo,
porque fuiste lo que el viento a una flor,
lo que el agua a tus campos,
lo que la nieve a la montaña inmensa;
no, fuiste más,
fuiste continuidad donde acabó la tierra,
el espacio intemporal
más allá de los ríos y los mares,
la caricia del sol limpio y renovado,
el mayor, el amor, el amigo,
el sueño real de quien se hizo mujer
en tu infantil ausencia, abuelo mío.
Mª Soledad Martín Turiño (Castronuevo de los Arcos)