FRAGILIDAD
Haces mal cuando ocultas el llanto
tras esa sonrisa que tus labios dibujan;
enjugas tus lágrimas como lluvia triste
que caen en cascada sobre tus mejillas
y secas el llanto en un veloz gesto
porque te enseñaron que los hombres no lloran.
Todos lloramos, gemimos, nos resbalamos
en la aciaga pendiente de la vida,
cuesta abajo y sin frenos, a lo loco,
cuando la voluntad es débil y no hay salida,
o cuando, sin fuerzas para seguir, tiramos la toalla.
Los héroes no existen, solo somos humanos:
sangre, carne, órganos, vísceras y huesos
que componen el interior; la envoltura es otra,
a ella cuidamos, ornamos, maquillamos
porque es la capa vistosa expuesta a los ojos.
Luego están los sentimientos, las pasiones,
la voluntad, los anhelos, el amor, el odio…
y otros mil y un aditamentos
para complicarnos la vida con filosofías,
que cuestionan, razonan, elucubran, sostienen
o dirimen situaciones que liamos como una madeja.
Sería más sencillo gozar del momento,
sin grandes cuestiones, con luz en los ojos,
fuego en el cuerpo y sosiego en el alma,
sin grandes cuestiones, sin aditamentos;
por eso te digo que no llores a solas,
muestra tus emociones sin temor
a quien diga que eres un blando.
Por los miedos se cae al precipicio,
con la libertad se gana la batalla,
por el amor se cometen locuras,
con la verdad serás digno de llegar lejos.
Nadie debería ser esclavo del otro,
cada uno dueño de sí mismo y sus pasiones,
descubriendo en la unión de todos la fuerza,
sin ser dominados por las tentaciones
que acechan para reducirnos a ser mortales.
Mª Soledad Martín Turiño