EL JUEGO DEL CÍRCULO
Vas, vienes, corres, saltas, determinas
con arrogancia quien entra o sale
en este círculo de juego que es la vida,
y los fuertes persuadidos de su fuerza
entran pletóricos en el aro bendecido;
los otros que son frágiles y pobres
sin meditar ni un instante quedan fuera.
Para deleite del mandamás que es jefe
en el juego de hoy a media escuela,
se reubican los puestos y los niños:
unos van fuera y son los pucheros,
otros se quedan y son las cazuelas.
He visto que se distancian con amargo trago
y se apoyan en la pared igual que espectros
observando con envidia a quienes juegan
porque ellos, los pucheros excluidos
no importan a nadie, son solo ceros.
Sin embargo las cazuelas se empavonan
como dueñas absolutas de la calle,
corren, juegan, ríen y no se inmutan
al saberse cómplices de una injusticia
que un día puedan sufrir en carne propia.
La vida es hoy, ahora, este momento,
no hay tiempo para la misericordia,
tal vez mañana otro corra igual fortuna
pero hoy soy yo quien ríe y mangonea
acatando los favores del que manda.
Vida ingrata que enseña desde niños
a no ser compasivo con los buenos,
a escalar por encima de cabezas
amigas sin importar un comino.
Son cachorros del diablo vestidos de blanco
para enredar a las jóvenes almas,
reprochan y fustigan cualquier nadería
por demostrar el mando, la potestad y la soberanía.
No importa ser implacables o hasta errar las formas
condenando inocentes que nada malo hicieran,
ellos son infalibles y sin sentimientos
por eso, tal vez, saben cuadrar la esfera.
Mª Soledad Martín Turiño