Poesías de la Tierra del Pan


DUERO (II)


¡Es tan hermoso el espectáculo
del Duero bañando los campos,
regando las aceñas y los puentes,
verdeando la ribera, rodeando la isleta
para que las aves descansen de su vuelo,
espejeando catedral y aledaños,
que la mirada se complace y ensimisma
concentrada ante una vista zamorana
única y perfecta, mayestática y augusta!

Sigo la huella de las aguas
hasta llegar a la vega toresana
por donde continua el bravo Duero
puente abajo, formando remolinos
de espuma blanca bajo cada arcada.
La arboleda que delimita la orilla
ahora es cobijo de pájaros variados
que se nutren y cobijan sin recato
en el esplendor de juncos y zarzales.

El río es sustento de labrantíos cercanos,
solaz para navegar por sus aguas,
fuente de embalses, acequias y presas,
terrazas fluviales y un sinfín de puentes
que lo cruzan, flanquean y atraviesan.

Es mi Duero con árboles que emergen
desde sus entrañas invisibles
para regocijo de la vista amable;
un gran río que baña Zamora
y alegra los pueblos de esta seca tierra
con el murmullo de sus aguas frescas
cauce abajo en afluentes notables:
Pisuerga, Valderaduey, Esla,
Sabor, Tua, Corgo, Teixeira,
Támega y Sousa en la margen derecha,
y siguiendo sus pasos, a la izquierda:
el Rituerto, Riaza, Duratón, Cega,
Adaja, Zapardiel, Trabancos, Tormes,
Huebra, Águeda, Côa, Torto, Távora,
Tedo, Varosa , Cabrum, Bestança
Paiva, Arda y el río Guareña.

Mª Soledad Martín Turiño