DIGO NO
Digo no a contratiempos planeados,
a exabruptos dolorosos, a desplantes, a bufidos,
a insolencias gratuitas y a impúdicos descaros
que arremeten contra el alma
sin medir las consecuencias
y que dañan sin medida a los pobres sufridores.
Digo no a la gente que se aplaude,
a prepotentes fantoches, a bufones, mequetrefes
que adulan sin sentido para obtener mil favores;
a quienes pisan cabezas para lograr sin ganarlo
prebendas que otros disfrutan a causa de sus labores.
Digo no a quien maltrata y asesina
en nombre de dios, de los dioses o en el propio
y quiebra la vida de las víctimas
llenando de negro el alma de sus familias.
Detesto el descaro, la impudicia y desvergüenza
con que viven los hijos bien nacidos
a resguardo en plácidos hogares
que tienen de todo y de nada anhelan ser ejemplo.
Digo no a los que rompen, a los muros, a las vallas y fronteras
que instalan mentes perversas
disfrazados de sentido imponiendo sus barreras
mientras viven a resguardo
en paraísos etéreos que nunca se tambalean.
Digo no a quien humilla, al que rompe sentimientos
al descarado, al odioso, execrable y deshonesto
que riega con sus verdades indiscutibles axiomas
convirtiendo su postura en verdad del firmamento.
Digo no al desamor, la venganza, la tediosa rutina
que se enraíza en el alma de un ser enamorado
y carcome desde dentro el espíritu o el alma
con la vida y el amor ya por siempre emponzoñado.
Digo no a la traición, la felonía, el delito,
que emplean los prepotentes casi en su cada día
destruyendo ilusiones, devastando coherencias
de la gente más sencilla o la gente más sincera.
Mª Soledad Martín Turiño