DESAMOR

Me llueve el desafecto, me empapa,
cala hasta los huesos y duele,
duele como una punzada lacerante
de afilada espada.
Grité al cielo, maldije mi suerte
y luego lloré como una criatura,
sin sentir, con desgana, en silencio.
Deduje que no se puede ir contra corriente,
los garfios agarran y acogotan
a quien se separa del camino, al disidente.

Mª Soledad Martín Turiño