COHERENCIA
No puedo defender aquello en que no creo,
ni acariciar al erizo, ni saltar la valla,
no quiero ver el rostro del que no me ama
aunque predique displicente su derrota
y alguien pueda compungirse y lamentarle.
No puedo con la facha, el escaparte, la figura,
esa apariencia absurda hecha de vacío;
el exterior, la traza, el aspecto, la forma
si de algo más no van acompañadas.
Soy una mente pensante a quien le duele el alma,
lo que tengo es espuma en mis entrañas,
miedo en el alma, nublo el cuerpo
y, de tanto luchar, agotado el discernimiento.
Voy errático tras la sombra de los otros
sin destino, vacía la ilusión, colmado el vaso
de un despecho rayano en desatino.
Resurgiré, no obstante, desde las tinieblas,
saldré a la luz dispuesto a ser más fiero,
lucharé contra los demonios que pueblan y dominan
la mente enferma y venceré de nuevo
para seguir en la brecha con la espada presta,
porque no se puede bajar la guardia.
Lloraré de pesar y de alegría, sopesando
la realidad como es y no como la sueño,
huiré del miedo que acecha en cada esquina
le miraré a los ojos negros como el carbón
sin el terror de antaño y haremos migas
para seguir nuestras rutas con buena entente,
cada cual en su puesto, sin intrusismo.
Cabalgaré las mañanas y las tardes
a lomos del tiempo, porque en la catarsis
descendí a los infiernos y salí purificado.
Ahora toca vivir, seguir viviendo
día a día hasta el fin de cada uno,
aprendiendo a luchar contra gigantes
que solo son los molinos manchegos.
Mª Soledad Martín Turiño