CASAS

Las casas, antes de adobe,
ahora se yerguen bizarras
compitiendo en galanura
otras a cual más osadas.

Ya no existen paja y barro
enlazados de la mano,
ni añejas casonas viejas
acomodo de labriegos,
plenas de estancias vetustas,
con establos y paneras,
pocilgas, sobraos, graneros,
corrales y gallineros
que integraban las haciendas
de los parcos castellanos.

Ahora se pintan fachadas
con colorido bizarro,
como si tiñendo el manto
se tiñera lo de abajo,
que sigue siendo el adobe
de adobo pulimentado.

El cemento se abre paso
acompañando al ladrillo
y nacen moradas nuevas
cumpliendo nuevos caprichos.

Ya no son casas de pueblo,
son hotelitos y quintas,
pequeñas fincas que esconden
el origen más labriego.

La lluvia antes discurría
por las calles embarradas,
y los tractores se hundían
en tramos de las calzadas;
ahora es ya todo más pulcro,
asombrosamente aséptico,
a lomos de lo moderno
se ha fundido en la nostalgia
los sinsabores de entonces
con calles pavimentadas.

Los de antes son hoy más viejos,
aquellos niños son hombres,
muchas casas ya ni existen
y tan solo se conocen
por los huecos que en el alma
han dejado sus adobes.


Mª Soledad Martín Turiño - Castronuevo de los Arcos -