Poesías de la Tierra del Pan
CARTA DE UN LABRADOR A SAN ISIDRO
San Isidro es labrador
de este desdichado suelo,
gloria única, quinto cielo,
a la derecha interior.
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“Caro Isidro: en ti confío
y a ti mi acento levanto,
que ni la paciencia de un santo
me basta ya, santo mío.
No consigo que mi queja
oiga el gobierno indolente,
y voto piadosamente
contra el arado y la reja.
Aunque hay diarios alborotos
y votando el día paso,
los ministros no hacen caso
ni de quejas ni de votos.
¡Qué feliz antiguamente
labrabas con santo afán,
tú te ganabas el pan
con el sudor de tu frente!
Con la holganza siempre en guerra,
la cosecha era tu anhelo,
dándote lluvias el cielo
te daba granos la tierra.
Sin apurarte jamás
labrabas el surco amante,
con la esperanza delante
y con los bueyes detrás.
Hoy a arrancar los terrones
lleva mi suerte mezquina,
delante: el hambre y la ruina,
detrás: las contribuciones.
Hoy el impuesto traidor
al parecer nos obliga
que antes que grane la espiga
la siega el recaudador.
Castilla esgrima del pobre
perdió su rico tesoro,
sus rubios campos de oro
apenas son ya de cobre.
La cosecha desigual
merma, y resistir no puedo,
el trigo sale con miedo
al recibo semestral.
El que siembra es un golonio,
pues dicho para internos,
aquellos trigos de Dios
hoy son trigos del demonio.
La cosa está ya tan mal,
labrador santo y bendito,
que me hace poner el grito
en la corte celestial.
Hijo humilde del trabajo,
en ti mi esperanza estriba,
comunícale al de arriba
lo que pasa por abajo.
Yo ya expuse mil razones
por correo en un oficio,
pero anda mal el servicio
de las comunicaciones.
De Dios la indulgencia es harta
y a él mi carta dirigí,
pero más por lo que vi
ni Dios recibe un carta.
A un santo tal vez le atienda,
ponle al ministro de Hacienda
siquiera un besalamano.
Suplica en nuestro favor
por ver si el ruego a algo alcanza,
que está muy mal la labranza,
San Isidro Labrador.
Si un consuelo no me das,
vendo tierras y graneros,
vendo mulas, vendo aperos,
me suicido y no hago más".
Bernardino Martín Carnero