AUSENCIA
Volaron los pájaros, dejaron el nido,
despacio se fueron a tierras lejanas
con nuevos retos y pretensiones nuevas.
Se llevaron amor a grandes dosis,
envueltos en tules de cariño
apenas perceptibles,
con la intención de preservar del miedo
ante dos existencias que se me alejaban.
Alargué los brazos y les marqué el camino,
les di mi bendición y se marcharon.
Mi vida ha muerto, no soy nada,
falta la ilusión, llegó el tedio,
la carencia, el vacío, el lacerante dolor
con el que convivo, el ansia hiriente…
¡qué sé yo cuanto dolor acumulado!.
Soy consciente de que las cenizas han de cobrar vida
poco a poco, llegará el sosiego
e incluso algún goce ha de colarse
por entre las rendijas del alma,
ahora apaleada.
Ellos reanudarán sus vidas
con entusiasmos nuevos;
de bisoños llegarán a veteranos
capitanes de sus completas existencias,
mientras aquí me quedo delirando
a la par que hallo nuevos retos
para simplificar el dolor
y vivir tan solo de recuerdos.
Mª Soledad Martín Turiño
(Castronuevo de los Arcos)