Poesías de la Tierra del Pan
ALFA Y OMEGA
No sufras si un minúsculo accidente
echa por tierra todas tus esperanzas,
has visto como el sol en cada tarde
se oculta poco a poco hasta esconderse,
entonces deja un punto de negrura
en el vasto horizonte y un momento
parece que todo queda en suspenso
hasta que asoma la luna para alumbrarnos
continuando la estela que el sol había dejado.
No penes si no estás porque ya has visto
la estación alborozada de la primavera,
las ramas que se visten de fiesta,
las aves cantarinas jugueteando
que se dejan oír por los rincones,
el estío con su luz cegadora y sus festejos,
el otoño que desviste y trae cordura
a la vorágine desatada del loco verano,
y has vivido también las hojas secas,
la lluvia, el frío, las castañas asadas,
las nieves perpetuas o las chimeneas
elevando su nube de calor al cielo.
El círculo se cierra y se abre todo el tiempo,
será siempre igual, solo cambian los ojos
que se tornan diferentes. Así es la vida
donde nos nacieron: una esfera perfecta.
Hoy temes irte y perderlo todo;
sin embargo el mundo no lamentará tu ausencia,
la tierra germinará como hace siempre,
las piedras continuarán testigos inertes
del precario paso por este mundo ingrato;
solo las personas que nos amaron un día
llorarán o acaso recuerden nuestra ausencia
con una pizca de nostalgia,
lo demás es mudable, solo estamos de paso,
quédate con aquellos en quienes siembres amor
para que perpetúen tu estela
hasta difuminarse en nacientes luces nuevas.
Mª Soledad Martín Turiño