Poesías de la Tierra del Pan
ADVERTENCIA
Camina erguido y sigue adelante,
no importan las piedras del camino
ni las ramas que se cruzan y te abaten
ni el fiero sol, ni la lluvia persistente;
todo forma parte de la ruta y hay que andarla,
caminar, gatear, resbalar, voltear, trepar
hasta donde el risco sea más alto
y desde allí mirar con perspectiva:
arriba el sol, el aire puro, el orbe infinito;
abajo la vida, la gente, las calles,
el mundo que abrigará tu desconsuelo
cuando llegue el temido céfiro bramando,
la mano que acaricie tus cabellos,
alguien que deposite un beso sobre tus labios ardientes,
o un amor que velará en silencio tu sueño.
Todo es vida y, si eliges bien, será fastuosa;
tus pasos se abrirán a distintos caminos;
conocerás el amor, la verdad, el conocimiento,
caminando entre semejantes, un mundo de iguales
favorecidos con distintos talentos;
así se crece, en compañía, sin arrebatos ni derrumbes.
Pero si no eliges sabiamente y te despeñas
cuesta abajo en dolorosa caída libre,
acabarás con el cuerpo maltrecho
y el alma tan descalabrada que acaso ni la sientas;
entonces, en ese momento de cordura
que es tan fugaz como el rayo de sol en enero,
entonces, levántate y escala el pozo,
llega hasta el brocal, sal y escoge una ruta
que te lleve paso a paso a un horizonte sereno,
que te permita vivir en paz contigo mismo,
mirar las estrellas y sentirte libre.
En este entramado de caminos
solo se puede elegir una ruta, acaso dos,
pero no todas, así que sé firme en tu elección,
junta los dedos, pon toda tu voluntad
y luego… ¡que sea lo que Dios quiera!
Mª Soledad Martín Turiño