A HURTADILLAS
Pasé junto a tu puerta por si te veía
siquiera un instante, para sosegar el tiempo
de una espera inútil e insatisfecha;
busqué tu mirada de océanos azules
en medio de todos sin descubrir siquiera
una leve inquietud entre la muchedumbre;
pasé de largo consciente de tu ausencia,
maldije una pena que no compartías
y me partía el alma a bocanadas de ansia.
Hoy sé que estas lejos, lejos de mí y de ella,
te llevaste la inquietud, me diste zozobra,
partiste con la turbación que confería
aquel carácter pueril maduro como un hombre.
A hurtadillas voy por los caminos
que ayer frecuentabas por si me regresas,
vigilo la casa, el patio y los lugares
donde transitas a diario para verte
porque no hallo reposo con tu alejamiento
y me parte el corazón que no te alteres
cuando regreso tras años de ausencia.
Tal vez la razón dicte ser conscientes
de que la vida marcó con yugo férreo
a cada uno con su propia historia
para seguir el cauce que se nos ha impuesto
olvidando el ayer y sus requiebros,
con la cordura y la sensatez presentes
aunque se seque el corazón, muera la vida
y el alma se disipe y ya no sienta
porque todo da igual si estás ausente.
Mª Soledad Martín Turiño