UN MOMENTO DE PAZ    (Castronuevo de los Arcos)

Se recuesta en el cálido sillón que conoce bien porque ha mecido sus pensamientos en los momentos buenos y malos. Hay silencio y una sensación desacostumbrada de sosiego. El amplio ventanal deja ver los árboles que han ido creciendo al mismo tiempo que se sucedían los acontecimientos de la casa, cobijado cada amanecer y han sido testigos de esas puestas de sol, siempre un poco tristes, que vaticinan un ocaso de horas, un final presagiable y no por ello menos triste.

La frondosidad de las ramas apenas deja entrever el bello edificio de enfrente, con sus balcones repletos de plantas o los áticos cuajados de árboles y flores y, de pronto, sin presentirlo siquiera, la luz de las farolas asoma, al principio con timidez, luego con mayor fuerza hasta constituir el eje de su pupila que vaga tras los cristales del mirador en un apacible momento. Luego la rutina, el vértigo, el quehacer de una vida insulsa, pero hoy, al menos por un instante, ha merecido la pena.


Mª Soledad Martín Turiño