SAN PEDRO, EL BARRO Y LA ARTESANÍA EN ZAMORA
(Castronuevo de los Arcos)
El barro ha sido en Zamora y en muchas tierras pobres de España, un elemento básico, barato, fácil de trabajar y muy útil en la vida diaria para construir casas, linderos, bodegas o palomares, así como un factor esencial en la artesanía local que nació, primero para satisfacer una necesidad, con la fabricación de útiles de cocina, botijos, cántaros, mondongueras etc. y más tarde pasó a tener un provecho casi exclusivamente ornamental.
Cada vez que se celebra en Zamora la “Feria de la Cerámica y Artesanía”, por San Pedro; cuando veo que se expone al público toda la cacharrería de barro fabricada por los artesanos de la provincia, no puedo menos de recordar a vecinos de mi pueblo y otros tantos lugares que construían adobes mezclando barro, paja y agua, luego los secaban al sol en moldes rectangulares y después los apilaban para reconstruir pajares, pocilgas, corrales o añadir estancias a la casa familiar.
Aquel trabajo sencillo que daba tanto juego tenía, para mí, un punto mágico porque la tierra se convertía en algo sustancial para los habitantes del pueblo: les proporcionaba trabajo cultivando los campos, les proveía de sustento, y era también el colchón que servía de cobijo en el postrer momento antes de fundirse en polvo con ella, la última morada cuando el hombre abandonaba este mundo.
Se convierte, por tanto, la tierra en algo venerable para mucha gente que ha vivido en los pueblos, la ha trabajado y reconoce el gran potencial y significado que ha tenido en sus vidas. En la actualidad el adobe ha dado paso a materiales de construcción más resistentes y duraderos; y el barro apenas se trabaja en los tornos; quedan ya muy pocos artesanos en una provincia que un día fue pródiga en alfareros, cuya producción incluso se exportaba a otras ciudades. Muelas, Pereruela, Moveros, Carbellino o Ceadea son tan solo unos ejemplos de alfares que en su día adquirieron gran importancia.
En la actualidad, pese a que la alfarería tradicional está prácticamente extinta, ha resurgido el interés en dar a conocer este trabajo a las nuevas generaciones, suscitando un aliciente que va en aumento gracias a artesanos que transforman el producto tradicional en un uso exclusivamente práctico, con innovaciones y decoración de distintas formas para darles un provecho ornamental. Asimismo, algunos alfareros continúan en su pequeño taller para dar a conocer este arte mediante cursillos, talleres, charlas participativas… etc; y no pueden obviarse las distintas actividades que contribuyen a la difusión de este oficio singular cuyo trabajo se expone cada año en Zamora en la esperada “Feria de la Cerámica y Artesanía”.
Mª Soledad Martín Turiño