EL DESLIZ ACECHA    (Castronuevo de los Arcos)

Nada más tentador que el pecado de amar a contratiempo, de seducir con el arma más poderosa que es la inteligencia, acompañada de una bella sonrisa y un brillo de los ojos que refleje alegría contenida.

Nada más fascinante que escuchar una cascada de sabiduría proveniente de algún prohombre ilustrado –utilizo el genérico entiéndase que incluyo también a la mujer- y que esa verborrea acaricie los oídos y nutra el intelecto.

Nada más cautivador que el arte en todas sus manifestaciones para lisonjear los sentidos, ya sea la literatura, la música o las artes plásticas y escénicas porque nos regalan un paraíso de creatividad del que emerge esa sensibilidad que brota como agradecimiento a su existencia.

Nada más hermoso que un amanecer o una puesta de sol a solas en medio del campo o junto al mar, con la mirada en el horizonte y alma elevándose al mismo tiempo que emerge y se pone el sol.

Nada más seductor que el aire perfumado por el aroma de quien amamos, con la huella persistente que deja tras de sí y que rastreamos olisqueando hasta que su huella desaparece.

Nada más absorbente que un ocio programado con aquello que nos agrada, o una reunión integrada por personas queridas, o unos recuerdos que sirven de consuelo a las horas bajas… todo puede ser motivo de felicidad si nos aplicamos en observar a nuestro alrededor, a enriquecernos con una vida plagada de afanes deseados y gentes que amemos. La vida la configura cada uno según sus deseos, pero hay que hacerlo deprisa porque tiene fecha de caducidad y de nosotros depende que la vivamos o no con la mayor dicha.

Mª Soledad Martín Turiño