TUS RAICES

No rompas los lazos que te atan a la tierra
de tus antepasados,
recuerda las historias aquellas que escuchaste
en boca de los viejos en las tardes muertas
cuando diluviaba y se llenaba el campo
del agua bendita para germinar el fruto.
Añoro esos ocasos en que los labradores
con cabezas mustias y siempre insatisfechos
por no ir a sus campos, quedaban en casa
y entonces nosotros, que éramos sus nietos
rodeábamos su silla junto al hogar crepitante
para que nos contaran con un parco gesto
historias de su vida que haríamos nuestras
para luego relatarlas con el mismo empeño
a hijos que vendrían para ocupar los puestos
que dejamos entonces.
Sois, por tanto, dueños
de un legado efímero, enraizado en memoria
que es transmitida con amor y esfuerzo.
No rompáis los lazos que atan a la tierra,
llenad el presente con otros pasados,
no olvidéis el viento, los cantos, las cocheras,
el río, aquellos campos, la iglesia, el cementerio
y los hombres aquellos que dejaron sus huesos
en las tierras del alma que surcaban el pueblo
y ellos labraban, dejando su vida
entre surcos terrosos que acunan sus cantos,
sones resignados que se acompasaban
junto a la faena de surcar los agros
con la espalda arqueada, la mirada limpia,
el esfuerzo certero, los miembros cansados,
en una rutina de energía sin límite
en inacabada labor de ancestros
mezclada con liturgias de un son de muertos.
Tus raíces son firmes, clavadas en lo hondo
de una tierra virgen que las guarda con celo,
para estar orgullosos y siempre agradecidos
por ese blando lecho que acunará los sueños.

Mª Soledad Martín Turiño