PALOMA FIEL

Anida con la complacencia de quien es feliz,
se posa en el árbol frente a mi ventana,
me anima a asomarme y divisarla en silencio
erguida sobre una débil rama, esperando siempre.
Nos observamos con sigilo; me siento acompañada
por esa mensajera fiel que regresa siempre
quién sabe si para encontrar mis ojos.
A veces desparramo unas migas sobre el alféizar
en la falsa idea de que acudirá a mi ventana,
pero es orgullosa y se mantiene firme.
Como en un desafío, agita sus alas y da un vuelo corto
para regresar a mi vecina rama.
Me gusta descubrirla entre la hojarasca
y la sonrío en agradecimiento
pese a saber que no seré correspondida.
Está ahí, sigue ahí, y eso me basta.


Mª Soledad Martín Turiño