LLEGARÁ UN DÍA

Llegará un día en que nos arrepintamos
de haber vivido poco y mal,
de sufrir mucho y de reír apenas,
de llevar las alforjas cargadas de fruslerías
innecesarias, de no pisar los charcos,
de engordar arrugas de resentimiento,
de ser más arrogantes que humildes,
menos indulgentes y mucho más soberbios.

Llegará un día en que no miremos al cielo
y parecerá que las estrellas ya no existen,
o que estemos tan ensimismados
con banalidades, que nos inquieten
hasta el punto de perder completamente
el sentido de seguir viviendo.

Llegará un día, tal vez, que no existamos
porque los prejuicios nos hayan sometido
y el recuerdo del ayer sea solo un recuerdo,
un dulce son que nos conmoviera un día,
y entonces, como autómatas sin alma
reanudaremos el camino hacia la nada.

Si llegara ese momento y aún viviera
por favor, despertadme de un fuerte manotazo
para que el alma despabile y se apresure
a vivir gozando cada instante,
para que regresen los aromas
de pureza, aire limpio, sol ardiente,
y recobre el sonido de aquellos ecos
que un día descubrí y que me extasiaron.

Si llegara ese momento, devolvedme
a la vida más íntegra y más plena,
para que aprenda a bendecir cada segundo
de esta existencia que nos fue asignada
como un regalo que apenas desenvuelto
arrojamos a un lado sin mirarlo
y aprecie con deleite y mayor regocijo
que la felicidad se esconde en sus entrañas.


Mª Soledad Martín Turiño