EL CAMINO A LA LIBERTAD

Prepárate para ser libre pero antes
habrás de desprenderte de las rémoras,
de lo dañino, de las trabas, de los lastres,
del falso amigo, del buen samaritano,
del consejero que te vende lecciones interesadas,
del canto de sirenas que te atrapa,
de la rutina, de la comodidad, del tiempo
en que vivías pensando en otros.

Para ser libre hay que romper las cadenas,
encarar la vida y ponerla por montera,
tomar una capa que te abrigue, un sombrero
para resguardarte de los rayos,
un puñado de buenos recuerdos,
tal vez una libreta para anotar nostalgias
o dibujar la sonrisa de las flores al alba,
y, si acaso, para cobijarte un buen paraguas
te librará de las inclemencias y ha de recordarte
que todo en su interior te pertenece.

Abrígate a la sombra de un árbol,
que la corriente del rio limpie tu rostro,
el sol te acaricie, los sonidos sean música
el excelso concierto que te regala natura:
los trinos de los pájaros, las ramas agitándose,
el rumor de alguien que se pierde a lo lejos…
¡qué más puede anhelar la mejor orquesta!

Cuando tu mente se libere de las ataduras
emocionales, esas que duelen tanto,
y no sientas ya la cadena que cercenaba
tus tobillos o el yugo que tiraba de tus entrañas,
cuando el cuerpo por fin sea más tu amigo que tu esclavo,
cuando el desamor desaparezca y te brille el alma,
entonces habrás logrado tu objetivo:
serás capaz de mirar de frente, sin miedo,
con un rutilante esplendor y gracia
que solo confiere el hecho de ser libre.
¡Lo habrás logrado, amigo!

Mª Soledad Martín Turiño