¿DONDE QUEDÓ CASTRONUEVO?

Desde lo alto del teso se divisa el pueblo
con su laberinto de casas, calles, campos y cocheras;
el río culebreando la vega, caudaloso
por las recientes lluvias, señala su camino
bordeado por juncos y cañas verdes.
Supongo mil vidas entre ellos, como entonces,
como antes, cuando enfangados los pies
nos circundaba una serpiente de agua,
veíamos las ranas saltarinas o alevines
pugnando por sobrevivir entre limo y agua;
entonces, cuando el sol abrasaba y éramos chicos
recuerdo un griterío que atronaba el pueblo,
mozalbetes corriendo por las calles,
niños saliendo de la escuela alborozados,
mujeres en grupo que cosían y hablaban
en las portaladas de las casas,
mientras los hombres faenaban en los campos
y Castilla entera dormitaba siestas sosegadas.
Entonces el campo era más verde,
la luz intensa, el cielo rebosante de azul,
el pueblo activo, la vega inmensa…
¡Con los años se han perdido tantas cosas!
Mi viejo pueblo se cae a pedazos,
la gente envejeció deprisa, el campo yermo,
les quebraron la voz, maniataron su esperanza,
y un hastío inherente a la agonía
invade a los escasos vecinos
y les confiere de un conformismo irreverente;
son gente austera, conformista,
aún doblan el espinazo ante quien les ignora,
solo trabajan, sobreviven en silencio
y se conforman, como siempre, con su suerte.

Mª Soledad Martín Turiño