CAMINANTE

Mira cabizbajo hacia el suelo
como buscando una respuesta;
transita perdido entre las calles
abarrotadas por una multitud
que parece insensible a su calvario.
La imagen de alguien impasible no desconcierta
al caminante sin alma que pasa raudo
con prisa por llegar quien sabe dónde.
Además, ¡hay tantas almas en pena
que no resulta alentador, sino fatigoso
mirarlas siquiera o ralentizar el paso!
Gentes solitarias que vagan a su aire,
con la despreocupación del ausente
y la excusa de una gran ciudad
que devora sin piedad a sus errantes.


Mª Soledad Martín Turiño