Poesías de la Tierra del Pan


PINTANDO LA REALIDAD


Las palabras bailan enloquecidas,
se agitan, se acumulan, se separan
y quieren formar a toda costa palabras
y éstas a su vez frases coherentes
que cobren vida para adquirir sentido
desde la mente trastornada del poeta.

Escribir, plasmar en el aire la esperanza,
el amor, el desespero, la dicha más grande,
forjar algo material e indefinible
que provoque, agite las conciencias
o calme el fragor de anhelos rotos.

Si supiera dibujar sería más sencillo,
calcaría imágenes, traspasaría al lienzo
en réplica perfecta la realidad de mis ojos;
puede que no fuera congruente con la de otros
pero siempre serían mi versión.

¡Si supiera pintar como el bohemio aquel
que juega con sus pinceles abstraído de todo
y mezcla, matiza, reverbera o difumina
mientras trazo a trazo construye
una réplica perfecta de la estampa!

No sabrá nunca de mi admiración
por su mano presta, mientras entorna los ojos
y mide distancia, fragua sombras,
proyecta perspectivas, crea esencias.

Sin embargo qué difícil contar con palabras
la pureza del verde brillante
con que nace el césped,
o los tonos que adquiere el mar solo en un día,
desde el azul intenso que se conjuga
con verde alga y acaba en un gris perla
confundido allí en el horizonte con el cielo,
o el mismo cielo azul, intenso, frío,
grisáceo, anubarrado, macilento…
¡qué difícil describir las emociones!
y cuan sencillo observar en soledad un cuadro
viajando a su interior y cobrar vida,
formar parte de la pintura, ser historia
sin narrarla, culminar entre colores
toda la descripción que en silencio representa.

Si supiera dibujar dibujaría
en pocos trazos la vida cotidiana,
pero solo escribo y mi mente tropieza
con un número singular de vocablos
que debo guiar mansamente a su destino.


Mª Soledad Martín Turiño